Un accidente de tráfico es un evento que rompe con tu rutina diaria. Esto significa que, en un segundo, tus planes, tu seguridad, tu sensación de control y tu percepción de la vida y del mundo, pueden romperse.

Afortunadamente, no vamos teniendo todos los días un accidente de tráfico. Por eso, cuando ocurre, es muy normal que no tengamos las herramientas adecuadas para afrontarlo, ya seamos las víctimas directas o indirectas.

Estas líneas van dirigidas a todas aquellas personas que forman parte del grupo social, amistades o del grupo laboral de una persona que ha sufrido un accidente de tráfico o es familiar cercano. Porque, por experiencia, una frase, una pregunta o una actitud puede suponer la diferencia entre un afrontamiento más sano o más complejo de la situación.

  • SOPORTAR EL LLANTO Y LOS SILENCIOS.

Frases como “venga, no llores” o “tranquila/o” son muy habituales pero no por ello, acertadas. Debemos ayudar a normalizar emociones normales y coherentes con la situación. ¿o es que acaso decimos “no te rías” cuando estamos tomando algo con nuestros amigos y lo estamos pasando bien?

La persona que está involucrada en una situación tan traumática necesita expresar a nivel emocional para poder digerirla y afrontarla. Compartir esas emociones contigo va a permitirle compartir esa carga: la persona se libera de la angustia, la tristeza o el miedo para dejar espacio a sus recursos de afrontamiento.

Tu objetivo no debe ser solucionar su problema: esto no está en tu mano, te vas a frustrar y entonces, te saldrán estas frases del tipo “no llores”.  La persona dejará de llorar (delante de ti) y entonces tú te quedarás tranquilo/a. ¿Has ayudado? No. Más bien al contrario: la víctima ya tiene una persona menos en quien apoyarse.

Tu objetivo es acompañar en ese camino y facilitárselo. Y no es poco. Hay veces que no sabes cómo ayudar, no sabes qué decir; ¡Pues dilo! Es lo más normal del mundo; de esta manera, vas a mostrar empatía y le vas a dar la oportunidad a la víctima de expresar exactamente lo que necesita. La mayoría de las veces, lo único que se necesita es alguien que escuche y nos comprenda. Con esto en mente, es mucho más fácil estar presente.

  • NO PREGUNTAR POR DETALLES DEL ACCIDENTE.

Un accidente de tráfico es algo muy impactante para todos. Ocurre desde el minuto uno: el tráfico se ralentiza con el “efecto mirón”. Necesitamos conocer los detalles porque necesitamos controlar nuestro entorno.

Sin embargo, saber los detalles de un accidente de tráfico no es un requisito indispensable para ayudar a la víctima directa o a los más allegados. De hecho, preguntar por detalles concretos de un accidente va a suponer en las víctimas remover un dolor innecesario o que quizás no quieran compartir contigo.

  • ENTENDER QUE CADA PERSONA TIENE SUS TIEMPOS.

Frases como “ya han pasado x años del accidente, deberías superarlo” no solo no ayudan, sino que muestran una falta de empatía que ni ayuda ni impulsa a superar nada.

El hecho de que el accidente en sí haya ocurrido en una fecha concreta, no significa que se haya quedado en el pasado. Las secuelas físicas y emocionales, la pérdida de un ser querido y el “interminable caos” burocrático que suponen estos procesos hacen que el accidente siga presente mucho tiempo después.

“La peor parte de un accidente no es el accidente en sí. Es lo que viene después”.

Hay veces que las situaciones traumáticas no se “superan” tal y como lo entendemos; hay veces que la persona debe aprender a vivir con esa situación de forma constante. Y eso requiere tiempos diferentes según múltiples factores como la personalidad, la autoestima, el apoyo social, el apoyo económico, el apoyo material, el apoyo institucional…

  • EL HECHO DE QUE UN ACCIDENTE NO SEA GRAVE A NIVEL FÍSICO, NO SIGNIFICA QUE NO SEA GRAVE.

Un accidente de tráfico es un evento que no habíamos planeado, que pensamos que nunca nos va a tocar a nosotros. Remueve emociones y miedos muy intensos.

Una escayola, una prótesis o cualquier secuela física es visible. Las secuelas emocionales no lo son. Las secuelas emocionales se llevan dentro. Y pesan muchísimo más que una escayola.

  • SUPONER O ECHAR CULPAS.

“Seguro que iba ebrio”, “cruzaba por donde no debía”, “se distrajo con el móvil” “qué hace conduciendo con esa edad”… Todos conocemos los factores de riesgo que aumentan la probabilidad de tener un accidente de tráfico, pero no somos jueces y no aportamos nada culpabilizando a nadie. Céntrate en el dolor que las víctimas pueden estar sufriendo.


En la imagen, comentarios de Twitter respecto a un accidente de tráfico.

La culpabilidad nos sirve, como seres humanos, para aprender de los errores. Nos tiene que servir, como sociedad, para ser más conscientes del riesgo y recordar que, en escenarios viales, nunca hay que bajar la guardia. Utilicemos esos factores de riesgo como forma de prevención, no como forma de castigo, que de eso ya se encarga la justicia.

Espero haberte ayudado con estas píldoras. No obstante, el equipo de psicólogos de la Fundación A Víctimas de Tráfico está a tu disposición para orientarte en lo que necesites, como en este tema tan controvertido: ¿se debe comunicar una mala noticia a un niño o niña?

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