Leire Méndez Torrubiano, licenciada en psicología en la especialidad Clínica y de la Salud por la Universidad Complutense en 2012, habla sobre la importancia de la asistencia psicológica tras sufrir un accidente de tráfico. Desde 2015, trabaja como psicóloga de emergencia en la Fundación A Víctimas de Tráfico, institución que vela por la salud y bienestar de los accidentados y sus familiares, con presencia en los servicios de emergencia de los hospitales. Leire además, es voluntaria del equipo psicosocial del SAMUR-PC, por lo que su formación y experiencia están muy vinculadas a la psicología de emergencia y al tratamiento de la ansiedad y el duelo. En base a su propia vivencia durante estos años, nos muestra como la atención psicológica temprana puede ser determinante a la hora de desarrollar otros trastornos y secuelas derivadas del accidente y analiza las situaciones más comunes entre sus pacientes, así como los beneficios de encauzar una terapia específica en cada caso.

La mayoría de veces, cuando sufrimos un accidente de tráfico, nos centramos en los daños físicos. Sin embargo, ¿en qué medida son necesarios los primeros auxilios psicológicos y cómo pueden ayudar a las víctimas?

En una situación de emergencia, se juntan la incertidumbre, el miedo, la angustia y la gestión de la situación en un ambiente completamente desconocido, las prioridades comienzan asegurando la vida y la salud física del accidentado, aunque debemos trabajar a nivel multidisciplinar todas las esferas del ser humano: la biológica, la psicológica y la social. Los primeros momentos tras un accidente de tráfico se caracterizan por el caos y una serie de reacciones emocionales que, aunque normales, pueden dificultar la resolución de los problemas a los que se deben ir enfrentando, tanto los accidentados como familiares. Nos encargamos dar los recursos que cubran sus necesidades básicas, dadas las circunstancias y la ansiedad generada post-accidente. También fomentamos y normalizamos la expresión emocional y el resto de respuestas al estrés adaptativas, dado que sirven como mecanismo de afrontamiento y alivio de la tensión emocional acumulada. Todo ello para conseguir que la persona tome el control de la situación de forma segura y que comience a asimilarla, evitando futuros problemas desencadenados por una gestión emocional ineficaz.

¿Cuáles son los trastornos más frecuentes?

Un evento inesperado, como es un accidente de tráfico, genera impotencia y desorientación, lo que desencadena las reacciones de pánico, reacciones que paralizan o reacciones de huida, las cuales dificultan la capacidad de toma de decisiones y la capacidad reflexiva. Las primeras reacciones emocionales, que pueden conllevar síntomas de ansiedad como palpitaciones, náuseas, miedo, rabia, etc. son reacciones transitorias y normales que actúan como mecanismo de defensa y que preparan para alertar a la persona para enfrentarse a la situación traumática. Los psicólogos de emergencias tratamos de poner en marcha estas defensas, pero cuando la persona se enfrenta a situaciones que superan sus herramientas de afrontamiento y adaptación y no consiguen restablecer el equilibrio, estas reacciones pueden volverse más duraderas y desadaptativas. Lo normal es que la situación que se considera traumática afecte a la calidad y cantidad de sueño, al apetito y que aumente la irritabilidad. También pueden surgir dolores y molestias somáticas (como dolores de cabeza, de estómago o dolores musculares). Los síntomas emocionales principales se relacionan con la ansiedad y la tristeza. Se espera, con el paso del tiempo, una reducción progresiva de estos síntomas pero, a veces, pasan los meses sin observarse mejoría alguna, dando lugar a procesos más crónicos, como trastorno de estrés postraumático, duelos patológicos, riesgo de suicidio, fatiga crónica, trastornos de ansiedad y trastornos depresivos.

¿Qué riesgos suponen este tipo de trastornos para las familias de las víctimas?

No podemos tratar a las personas solo desde el ámbito físico. Cuando una persona sufre un accidente de tráfico, todo su mundo se ve alterado, al menos durante algún tiempo. Esto incluye también su nivel emocional, familiar, laboral, económico, social… y todos ellos están interrelacionados. Los accidentes de tráfico son inesperados, por lo que los familiares tienen poco tiempo para asimilar una situación nueva, desconocida y grave. Un accidente de tráfico conlleva en una familia una redistribución de los roles y de la dinámica familiar, además de la incertidumbre y el miedo ya mencionados. La familia es una de las principales fuentes de apoyo para las víctimas de accidentes de tráfico y, por eso, también debemos cuidarlas.

¿Considera que el sistema sanitario garantiza una respuesta adecuada a las víctimas de accidentes? En caso contrario, ¿Cuáles son las principales carencias o dificultades a las que se enfrentan los afectados?

El sistema sanitario en España, además de ser de gran calidad, afortunadamente es universal. El problema es que cuando sufres un accidente de tráfico, aunque estés en un hospital público, es la compañía aseguradora la que se tiene que hacer cargo de los gastos relacionados con el accidente.
Por ello, en un accidente de tráfico, no todos tenemos los mismos derechos y esto obliga a los familiares y a las víctimas a preocuparse no solo de la parte médica y psicológica, sino también de la parte legal y burocrática. La Fundación intenta cubrir estas carencias, dando apoyo emocional en la fase aguda al accidentado y a sus familiares y asesoramiento legal a través de un abogado que les explica cuáles son sus deberes y que derechos les asisten, y les guía y acompaña en todo el proceso, sobre todo en esos momentos tan críticos en los que se acaba de producir el accidente y están superados por esa situación traumática.
Además la Fundación a través de otros convenios intenta solventar ciertos inconvenientes que aparecen, como son ayudas al transporte en los desplazamientos, la pernoctación, ayuda a la reincorporación laboral, prótesis, etc…

Como psicóloga de la Fundación A de tráfico, ¿cuáles son las demandas más habituales? ¿Qué sería necesario mejorar para atender adecuadamente sus necesidades?

Depende del momento. En los primeros momentos, justo tras el accidente, la víctima necesita atención médica e información de lo que le ha sucedido y del proceso que están siguiendo con él los equipos de emergencia, si es posible, para que la persona tenga el máximo control posible de la situación. A la familia también hay que mantenerla informada, controlando posibles reacciones al estrés, normales, pero que puedan ser excesivamente intensas y descontroladas. Una de las demandas más habituales en mi trabajo son pautas para comunicar una mala noticia a menores. Desde la Fundación A Víctimas de Tráfico intentamos dar respuesta a todas las posibles necesidades como los trámites a realizar o la información relativa a sus derechos para facilitar la recuperación o la adaptación a una vida con las posibles secuelas que un accidente de tráfico puede acarrear.

Bajo su punto de vista, ¿De qué manera pueden beneficiar a las víctimas los psicólogos?

Los psicólogos de emergencias nos encargamos de potenciar y normalizar la expresión emocional, así como de proporcionar un entorno seguro estableciendo un vínculo con la persona que en ese momento se encuentra perdida y vulnerable. Es importante transmitir control, tranquilidad, empatía, información y recursos en un momento en el que la vida de la persona se ha vuelto caótica e incierta (ya sea víctima directa o familiar). Como profesionales, debemos facilitar y apoyar los procesos naturales de recuperación, así como identificar y controlar riesgos específicos de las personas afectadas para proporcionarles una ayuda individualizada y orientada a la persona y su entorno. Una correcta intervención puede prevenir problemas emocionales futuros, como los trastornos descritos anteriormente.

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