Sufrir un accidente de tráfico en primera persona o como familiar o verte involucrado de alguna forma, puede producir secuelas psicológicas.

Estas consecuencias psicológicas pueden ser “muy graves”, llegando a modificar la actitud de estas personas ante las cosas cotidianas.

En muchos casos, los pacientes se vuelven “más sensibles”, muestran inquietud, tienen pesadillas o miedo a que esta situación vuelva a repetirse, el sujeto revive con la misma intensidad emocional aquella situación como si fuera en el momento actual, llegando a sufrir una serie de síntomas que se  denomina síndrome de estrés postraumático.

El tratamiento que deben seguir estas personas pasa por “ser consciente de lo que le está ocurriendo” además de serle aplicadas “técnicas de desensibilización sistemática”, exponiéndoles gradualmente de manera real o imaginaria a los estímulos que producen una respuesta ansiógena.

Perder a un ser querido en un accidente de tráfico, es un gran shock, ya que se trata de una muerte “imprevista” y es muy difícil hacerle frente. “El accidente siempre es algo inesperado y no da tiempo a poder prever qué va a suceder.

En estos casos, las actitudes más frecuentes que muestran las personas son la negación de la pérdida, la no aceptación, y la tristeza, que en muchas ocasiones terminan derivándose en una depresión.

En algunos casos es importante recibir ayuda profesional, La FUNDACIÓN A VÍCTIMAS DE TRÁFICO pone a su disposición un equipo de especialistas en materia psicológica para hacerse cargo del sufrimiento que provoca un accidente de tráfico.

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